Ni tan simple, ni tan Carlos

Monday, June 26, 2006

Soledad en que el tiempo habla

El tiempo me ha dicho en soledad que te amo...
Yahir Durán
Los virus de la nostalgia son perdurables, los de la soledad desmedidos. La soledad revela lo que la nostalgia maquilla. Ahora que solo me encuentro me doy cuenta de que me ha hecho reconocer la fuerza con que un recuerdo se va transformando. La manera en la que se vuelve una cadena interminable que llega a confundirse, de tan larga que es, con otros momentos. El tiempo es la llave que abre y nos atrae, cuál vertiginoso cauce, al núcleo donde encontramos apilados todos los instantes que habíamos querido dejar atrás y que nunca nos abandonan. He encontrado el amor encallado en la isla que ha quedado solitaria. La melancolía que como las olas del mar se vuelve interminable. También encontré el perfecto y redondo anhelo de mi deseo. Cíclico siempre. Pude volver hasta el completo amor de pocos días. Abrí el claustro ocre de mis primeros vaivenes. Llegué hasta allá sin resistirme. Sin deformarme. Soy el vaso incontinente al derrame. Soy el mar que se vierte ante el influjo de la furia de la marea de verano. Soy la álgida punta de la sombra que cae, extendida y abierta sobre el próximo horizonte. El tiempo me ha dicho, con todos sus instantes de soledad, que la amo. El tiempo lo ha dicho, mi memoria instantánea ha olvidado su nombre.

Tuesday, June 20, 2006

Cruzar el océano de mi silencio

Algunos días no hay que decir mucho. Sólo puedo decir que esta tarde he caminado sin dejar de pensar que había otro lugar en el que podía estar sin poder precisar cuál era. No entiendo si estas sensaciones son cúpulas de un deseo mayor que me arroja hacia cualquier ningún sitio. En el próximo intento de mantener la atención, sé que me atacará la ansiedad. Deberé buscar algo qué leer buscando que los lugares que leo se conviertan en los lugares en que existo. La realidad tiene su lado frágil y he llegado hasta él. Me he frotado la cara después de sentir la sensación de un estornudo que no se logra. Una y otra vez. Hay palabras que no he dicho porque soy mi propio y peor instrumento de censura. He querido alzar mi voz para que cruce el océano. El álgido punto de mi silencio es igual de frío como el viento que lucha esta noche por penetrar con su dulce y lento compás anunciando la lluvia. Que el aire sea la voz del viento que atravieza el océano. Que el aire sea la voz, compás del aliento, marea que se eleva, marea que arrecia, marea que se alarga, marea que borda los contornos de aquella isla.

Thursday, June 08, 2006

A un paso

Desde unos días hacia acá he tenido la sensación de que los coches no esperarán a que termine de cruzar la avenida. Me confunde el calor de la tarde, la ensoñación me transporta hacia una noche anterior, o varias atrás, no lo sé, en que he soñado con alcanzar el otro extremo sin conseguirlo. Suelo pensar que en un instante alguno de los que caminan junto a mí va a desvanecerse. Mi vida es un traslado sin tregua, todos los lugares me empujan fuera de sí, se me han convertido en una calle que es al final un callejón con las dimensiones de avenida. No me explico este asunto, pero desde hace ya varios días he estado cruzando la avenida en el instante agónico en que la luz de un semáforo me apura para lograrlo. Si los coches avanzan a mitad de mi paso, descubriré si el sueño termina o empieza ahí.

Monday, June 05, 2006

Tamizado amor que reluce

Dos dardos el día de hoy, el primero llegó temprano, a medio día, dardo lejano de dulce veneno en la punta. El segundo, ya por la tarde, vino a confirmar que el daño está hecho. Somos el blanco de las propias circunstancias que creamos. No pedí estar así, ni aquí, ni tener estos motivos. Hice posible lo que en el fondo no deseaba. ¿Contra quién actúo? Dije esta tarde que el amor se realiza cuando me transgrede. Dije esta tarde estar transgredido por él y no importarme absolutamente, nada, el grado en que lo estoy. Dije y acepté estar transgredido por un amor que no es necesariamente el mismo amor que deposito. ¡Qué confuso! Uno siente que ama y que no puede dejar de hacerlo, que la línea de amor que inició alguna vez no ha parado, ha cambiado de destinatario. Y que tal vez en algún momento, ahora empiezo a reconocerlo, tengo de todo ese amor, uno ahora tamizado que reluce.

Sunday, June 04, 2006

Filamento de alambre

Coincidimos porque somos una mínima pieza de un grupo interminable de encuentros. Nuestra felicidad no es fácil de alcanzar, porque se da a momentos. Queremos asirla, aún cuando resulta una diligencia imposible y absurda. Está dentro de las cosas inmateriales, y nosotros, físicos, materialistas, queremos verla, apropiarla. Entre nosotros los nuevos encuentros se rehacen de lo que queda en el aire como nubes de amor. ¿Qué mágica necesidad hay en el espacio que nos creamos? ¿Cuál es la señal que determina que podemos coincidir de nuevo en un íntimo circuito? Nada hay que precise de la distancia su fin. Ir en busca de señales es olvidar que están presentes los cuerpos, las miradas; buscamos allá, estamos aquí. Estoy aquí. El fin de la distancia es el trayecto. Tal vez no importe llegar, sólo acercarse. Mantenerse en el camino. Balancearse en busca del equilibrio que no quisiéramos ver llegar. Me gusta la imagen del equilibrista a mitad del camino. Cuando ha cruzado al otro extremo ha terminado su acto. También su emoción. ¿Qué pasaría si se preguntara si tiene sentido llegar hasta él? ¿Qué pasaría si su única meta fuera ésa? La emoción del vértigo termina al cruzar hasta la plataforma. Creo que allí está el sentido de encontrarnos, periódicamente, sabernos en la cuerda floja. Al otro lado está esperando la calma, pero ahí termina el juego del equilibrio. Somos pasajeros de este tremulante pasaje, de este trayecto sobre un delgado hilo. Filamento de alambre, delgado, pero sólido. Incertidumbre del amor, invitación vertiginosa de un viaje interminable.

Friday, June 02, 2006

Silencio entre la delgada lluvia

Una delgada lluvia ha hecho que por momentos este anochecer sea silencioso. La amenaza de la falla de energía me obliga pensar en situaciones básicas. Recordar sería lo primero que haría para combatir las largas horas en que la penumbra habitaría los espacios que la luz no alcance. Sin embargo hay luz. La tormenta no fue tan fuerte y el silencio poco a poco, en los alrededores de mi casa, se ha ido poblando nuevamente. La nostalgia y la lluvia se contienen recíprocamente. Se que hoy me estoy llenando de lugares comunes, pero lo último que se me ocurre es dejar que la melancolía se vaya. Claustro de mi soledad amurallado por la líquida y tenue lluvia. Hacia el encuentro con lo que he sido es que esta humedad me lleva. Hoy por la tarde pensé que a partir de estos días siempre tendremos una nube que, sin embargo, sin afán y sin premura, se mueva. Llueve al atardecer de todos los días, llueve al atardecer de todas las vidas. Lloverá al atardecer de todos los amores. Lloverá a la luz de una luna opaca. Lloverá ante un sol lejano, más lejano aún que pincelará agónicamente con sus breves destellos. Recomiendo una botella de vino que no se apure a tragos hondos, una soledad que sea equiparable al grado de lluvia interna y una grave dosis de nostalgia. Habrá que pensar en la claridad y la frescura del día siguiente, del momento que viene, del instante que al igual que la lluvia huye ante el viento de la prometida mañana. No puede dejar de amanecer, no puede llover eternamente.

Thursday, June 01, 2006

A pedazos

Si lo que está no puede dividirse
entonces el fragmento soy yo
la mitad de mí
abre todas las puertas
la otra mitad
nunca me acompaña

Oasis de ti

La compañía sólo se da cuando estamos juntos. Qué difícil entenderlo así. Quiero que me acompañes aún cuando no estás conmigo. Pero ya no eres tú sino tu ausencia. No eres más que el rocío de ti. Oasis. Tu presencia no debería extenderse a mis soledades. Ola de mar del amor que deja sobre mí, su espuma. Sean pues el aroma, el eco, la sombra, la intangible esencia de ti el recuerdo. En pocas palabras ausencia no eres tú...