Ni tan simple, ni tan Carlos

Sunday, September 03, 2006

La posibilidad del deseo

Si me pierdo en ella, ella me afirma, si se pierde en mí, yo la afirmo (...)
Siempre podemos ser la otra.
J.G.P.
La única manera de integración posible es acaso teniendo un doble inexacto que hace lo que nosotros no podemos, porque tal vez ni siquiera lo imaginamos. Hace tiempo alguien dijo en una reunión de amigos que su mejor fantasía era hacerse el amor ella misma. He representado una imagen similar en mi mente al leer el encuentro entre dos personas que en apariencia son la misma y que por tanto no lo son. La escena está a la mitad del segundo tomo del libro de García Ponce que, con una delicia obscena, estoy leyendo en estos momentos : Crónica de la Intervención. La posibilidad de ser más que sí mismo siendo en otro que además es similar y a la vez tan dispar, me ha metido en muchas disertaciones. Tengo imágenes vagas de algunas películas, no todas dignas de mencionarse, donde el tema se trata de alguna manera. Ninguna como la de este libro. El dilema que con el libro tengo y también conmigo es muy simple: No alcanza para ser lo que somos sin lo que no conocemos. Soy lo que no soy porque lo que no soy es. En el libro ambas mujeres, al conocerse, tienen la posibilidad de reconocer lo que no son y por tanto afirman lo que ya son. Después, al estar en contacto y compartir lo que una no tiene de la otra, y prestarse literalmente, lo que tienen, empiezan a reconocerse mejor individualmente. La pregunta que me ronda es si existe la posibilidad de que uno se integre mejor a partir de lo que sabe que no es. Es decir que se delimite mejor lo que se es. De cualquier manera reconocer lo que se es a partir de lo nos consta que somos, es la parte que me parece la más importante, posible, lógica y cercana. Aunque visualizar lo que no se es y aceptar que existe y que no se es, plantea dos posibilidades: la delimitación de lo que se es, o bien el reconocimiento de sí mismo, y por otro lado, la posibilidad del deseo de ser aquello en cierto modo desconocido. Planteamiento tremebundo: ¿No soy lo que soy hasta no ser lo que no he sido?

Friday, September 01, 2006

Decir de una pena lo que nunca será

Cuando salí del bar para ir a casa, quería apresurarme para llegar a dormir, ganar un poco de tiempo y descansar antes de tener que levantarme para dirigirme al trabajo. La prisa no venía conmigo. Me descubrí cansado física y anímicamente. Hubo situaciones que me sacudieron totalmente, golpes absurdos y hasta avergonzantes que no compartiré. Lo que sí puedo decir es que la magnitud del peso de una circunstancia menor crece increíblemente cuando estamos sentimentalmente disminuidos. Creo que tuve una profunda tristeza toda la noche. Lo supe porque esta mañana cuando en mi camino hacia el trabajo escuché el llanto de una mujer que duerme en la calle tirada entre un montón de cobijas y cartones, sentí que el cuerpo me pesaba muchísimo. El cuerpo no, el corazón. Me dolió el sonido de su estentóreo lamento adelantándose a recibir a los que tenemos que pasar delante de ella. Es imposible ignorarla. Es imposible ignorarse y creer que no nos conmueve. No dice nada, sólo llora. Tampoco pareciera que llora sino que grita. Aunque no puedo decir que grita, sino que se queja. Pero no es que se queje, es que ya no hay una palabra que pueda definir lo que hace. En ese sonido que ya no tiene una denominación posible, en esa nota alargada y desgarradora encontré algo equiparable a la tristeza que tengo. Contra todo lo que pueda pensarse, al reconocer mi tristeza comencé a alejarme de ella. Haber reconocido el grado de mi pena cortó de raíz la incertidumbre del grado que tuvo. La olvidé rápido. Al menos eso creo. Ahora que recupero los hechos para escribirlos me doy cuenta de que por lo menos la dolencia esa malcriada que tuve ayer, se tranquilizó. Borracho de pena estuve, crudo ahora, renovado...