Ni tan simple, ni tan Carlos

Thursday, May 25, 2006

El deseo y su constante marea

Como un mar que he visto. Como un libro leído dejado en alguna parte, cómodamente olvidado sin la preocupación de perderlo de vista. Una marea lenta que acompaña, una marea suave que se acerca y que no cesa, que viene y se aleja y se contenta con ser eso, una marea lenta que trae tu nombre en esta noche de inalcanzables deseos. Intento lentamente hacer del tiempo un eterno instante que ha quedado en el pasado. Recurro a él y lo abro cuando el antojo de verte me viene en gana; no como si fuera un todo que ha quedado olvidado y que nadie alcanza, porque parece ser de nadie, y tal vez lo es porque no hay quien quiera de su pasado un presente constante. Jamás se olvida porque olvidar no es un bien necesario. No es preciso. Qué resistencia la tuya al no estar aquí y estar rotundamente ahora que juntos hemos descubierto que no haberlo hecho fue la perpetuidad, una inocente línea lapizada, un primer trazo de amor crecido. Nacido maduro para no morir con el tiempo.

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